Conversando con una niña sobre los miedos
Hace unos días mi niña Miranda de 5 añitos me dice que
necesita hablar conmigo. Curiosa por lo que tendría que decirme, dejé a un lado
lo que estaba haciendo y le presté completamente atención.
Me dice, con una actitud muy seria y determinada, que hay
momentos en los que siente miedo y no le gusta sentir eso. Inmediatamente
recordé cuando era niña, los miedos que sentía cuando estábamos de noche en la
calle, cuando me dejaban en la escuela, cuando mis primos hablaban de fantasmas
y esas cosas que vamos descubriendo y experimentando en esa etapa.
Al preguntarle, cuál era su miedo, me contestó: "temo
mucho que me roben", que había escuchado que estaban robando niñas y desde
entonces tiene miedo que alguien se la lleve.
Después de haberla escuchado con mucha atención, me
pareció prudente hablar con ella respecto a esa emoción que todo ser humano siente
a lo largo de su vida y que conocemos como miedo.
Le dije que, así como el amor, la alegría, la tristeza y el
enojo, son emociones, el miedo también lo es; dicha emoción genera una
sensación de angustia ante un peligro real o imaginario y también se puede
producir al creer que las cosas no saldrán como deseamos.
El miedo, es una emoción que reconocemos como mala o
negativa, gracias a todas las sensaciones físicas que nos hace sentir, como: taquicardia,
sudoración, dolor de estómago, escalofríos, entre otras. Sin embargo, esta
emoción nos ayuda a tomar medidas para prevenir y protegernos de accidentes, es
entonces cuando nos damos cuenta que tiene su lado positivo.
Luego de conversar con ella respecto a esta emoción, le
pregunté: imagínate que tienes a tu miedo en frente de ti, qué le diría? Ella,
sin dudar ni pensar mucho su respuesta, me respondió "le diría
que me deje tranquila, que yo quiero jugar y quiero ser una niña feliz". Esa respuesta, me alegró mucho, porque no vinimos a este mundo a vivir con miedo y Miranda, siendo tan pequeña, lo tiene muy claro.
Los miedos se generan en nuestra mente a través de los pensamientos y pueden llegar a quedarse en nuestro subconsciente, cuando eso ocurre, estos pensamientos se convierten en creencias. Pedirle a Miranda que le hable a su miedo, fue un buen ejercicio, porque le da el poder de hablarle a su mente, transformar ese miedo en confianza y gestionar por sí misma esta emoción.
Cuando somos peques nos enfrentamos por primera vez a muchas situaciones: viajes, mudanzas, cambio de
escuela y/o salón, visitas al médico, vacunas, entre otras. Todo esto genera
una serie de emociones en nuestros niños y niñas, por lo que en cada uno de
esos cambios nos corresponde acompañar y orientar para que logren aprender a
gestionarlas.
En conclusión, es importante hablar de manera empática con nuestras hijas
e hijos sobre las emociones, escucharles con atención y respeto. No subestimar,
en este caso, sus miedos, por más irracionales que sean, ponernos en su lugar,
recordando que en algún momento también fuimos peques y llegamos a sentirlos.
Articulo escrito por: Loisemily Prieto Salazar
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