Hace unos días, mi hija Miranda Alí de 6 años de edad, me dice que tiene un diente flojo y que le molesta para cepillarse y comer, con mucha ternura también se lo dijo a su abuela, es decir, mi mamá, quien con su tradicional "para ver" le hizo "chácata" y, en un abrir y cerrar de ojos, le sacó el dientecito.
Como es de esperar en toda niña o niño de esa edad,
Miranda comenzó a mudar sus dientes y vaya que estreno sorpresivo le regaló su
abuela. Según ella, no le dolió ni un
poquito.
Sin embargo, yo no contaba con que me descubriera al
primer diente, les cuento.
Contenta por haber salido de la tormentosa idea de que le dolería sacarse el diente, comenzó a mostrarlos a toda cuanta persona se cruzaba en su camino, llamó a su papá, le mandó fotos y le dijo:
Hola papi se me salió mi primer diente, no me dolió, ni lloré, mi abuela me dijo "ven te lo voy a tocar" y me hizo "chácata", me lo quito, no me dolió, pero se siente raro y me veo bien fea.
Tocó conversar con ella sobre estos cambios que forman
parte del crecimiento de toda persona, que su hermana y prima ya habían pasado
por el proceso de mudar los dientes y que eso no la hace ver fea, sino por el
contrario, le explicamos que es una niña sana y que prontito le crecería su
diente permanente.
Después, como toda niña, fue a colocar su diente en el
zapato para ver que le traería el Ratón Pérez, paso un día y como no encontró nada,
muy seriamente vino a interpelarme y me dijo:
mami por qué el Ratón Pérez, osea usted, no me trajo nada.
Yo le pregunté, ¿quién te dijo que yo era el Ratón Pérez?
y me dijo: nadie, yo sé que tú eres el
Ratón Pérez y también eres Santa.
¡Sospresa! Ya sabía. La verdad, en lo particular no estoy de acuerdo
con promover este tipo de fantasías, respeto a las mamás y papás que sí lo
hacen con sus hijas e hijos; pero, en mi caso, a pesar de que les he hablado
con la verdad, ellas han preferido mantener la ilusión.
Es decir, ellas saben que tanto Santa o Niño Jesús y el Ratón Pérez son las mamás y los papás, eso lo han sabido desde siempre, por ello hoy puedo compartir algunos de los beneficios que he observado:
1. Reaccionan con actitud positiva a la hora de recibir los regalos.
2. Promueve una relación de mucha confianza y comunicación.
3. Son más empáticas y realistas.
4. No son fáciles de manipular.
5. Disfrutan más el momento.
6. No he recibido ningún tipo de reproches al respecto.
Sobre este tema hay dos caras de la moneda, por un lado
tenemos a quienes creen que está mal crear esa ilusión porque es mentir a las
hijas e hijos y, por otro lado, tenemos quienes defienden la tradición porque
creen que de esa forma las niñas y niños son más felices.
Respecto a esto, no existe evidencia científica que
justifique si está bien o no fomentar estas ilusiones en nuestras hijas e
hijos, eso queda entonces a criterio de cada familia.
Sin embargo, creo que podemos llegar a un punto medio en
el que podamos explicarles acerca de las tradiciones y toda la alegría que en
ellas experimentamos, como: los regalos y la posibilidad de compartir en
familia, sin necesidad de mentir.
Tal y como lo expresa el portal web https://www.bebesymas.com/:
La clave está en explicarle a los peques que se trata de una tradición, de una fiesta lúdica en la que pasan cosas geniales: así mantendrían la ilusión por las fiestas, por los regalos, por “la magia” sin pasar por “mentiras”, en las que Santa, Niño Jesús, Reyes Magos y Ratón Pérez sólo son personajes..
Por otra parte, es importante señalar que independientemente
de la posición que tengan de crear la ilusión o no sobre estos personajes,
debemos evitar caer en el típico chantaje de "Si te portas bien, Santa te
traerá regalo", porque eso es manipulación y no es nada constructiva en el
desarrollo psicosocial de las niñas y niños.
En conclusión, ambas posiciones son respetables y más si se trata de contribuir en la felicidad de nuestros peques; cada mamá y papá sabrá que es lo mejor para sus crías, por mi parte me siento tranquila de poder hablar con mis hijas sin sentir que estoy rompiendo sus ilusiones o les estoy mintiendo.
Articulo escrito por: Loisemily Prieto Salazar
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